Antes, muchos policías usábamos el transporte público para ir al servicio, cumplir comisiones o regresar a casa. Íbamos armados, atentos, cumpliendo silenciosamente un rol de protección ciudadana que muy pocos valoraban.
Cuando mostrábamos el CIP (Carnet de Identificación Policial), los cobradores decían “pase”, pero con gestos incómodos o murmurando de mala gana. Por eso, muchos policías decidieron comprarse su carro, moto o scooter. No fue por lujo, fue por respeto a uno mismo. Porque el maltrato a nadie le gusta.
Hoy, con el desborde de la delincuencia, ahora piden mayor presencia policial en los buses, ya sea de civil o uniformados, pero olvidan que en esos mismos buses, alguna vez, se nos trató con incomodidad y hasta a veces con desprecio.
👉 Ahora, cada vez que veas a un policía subir a un bus, recuerda esto:
No es un pasajero más. Es un escudo silencioso que tal vez mañana te salve la vida.
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